Pues sí, como bien lees, coger un Uber en El Cairo no fue una buena idea.

¿Y por qué? Te estarás preguntando. Pues porque nos tocó un chico, no se puede decir driver o conductor, que parecía que acababa de llegar a la ciudad. Por tanto, no conocía El Cairo, no hablaba inglés, ni evidentemente español. Y hasta me atrevería a decir, que no tenía del todo claro cómo conducir.

Con este panorama, lo raro es que hubiésemos llegado bien a nuestro destino.

Nuestro hotel estaba entre Guiza, donde están las famosas pirámides, y El Cairo. Así que, para desplazarnos al centro de la ciudad necesitábamos transporte. Los taxis del hotel tienen sus tarifas, y normalmente están más infladas y son menos negociables que las de los taxis que te puedas encontrar por la calle, donde se pueden regatear los precios.

Pero no recuerdo por qué, pensamos en Uber, y vimos que había opciones, así que, otra vez con la filosofía de vida por bandera del “y ¿por qué no?” nos lanzamos a solicitar uno. Recuerdo que ya de primeras para poder solicitarlo tuvimos varios problemas porque el chico no conocía la ubicación.

Todas las pistas apuntaban a que eso no iba a salir bien… pero esperamos y esperamos, y finalmente apareció una persona con un coche, que evidentemente no era como lo típicos de Uber (negro, nuevo…), ni tenía ningún tipo de acreditación que demostrase que trabajaba para la empresa.

Se mascaba la tragedia…

El coche era viejo, estaba sucio, el chico no tenía ni papa de inglés ni un teléfono con datos o GPS para saber dónde queríamos ir. Tampoco conocía la ciudad, pero eso aún no lo sabíamos.

Una cosa es saber conducir, y otra muy distinta, saber conducir en El Cairo. Eso son palabras mayores.

Así que, nos subimos en el coche y le indicamos que queríamos ir a visitar una de las mezquitas más importantes y conocidas de El Cairo. El chico asintió como que todo estaba claro y empezó el trayecto.

Iris, que es una persona un poco desconfiada por naturaleza, iba mirando en Google Maps el trayecto para comprobar si efectivamente íbamos por buen camino. Por lo que cuando vio que no era así, se lo intentó comunicar. Viendo que el chico no entendía nada de inglés, se lo empezamos a mostrar en el móvil. El problema llegó cuando nos adentramos en el centro de la ciudad. El Cairo es una ciudad muy caótica, llena de tráfico, polvo, suciedad y gente por todos sitios. Y no quiero que ningún egipcio/a se me ofenda, pero conducen regular, muy rápido y pitando constantemente por todo. Un jaleo, vaya.

Y como era de esperar, nos perdimos

Nos perdimos y lo peor fue que nos metimos en un atasco monumental dentro de un túnel. Después de aquello, me río yo de los atascos en la M30 de Madrid los viernes a las 15:00 h. Estuvimos en ese túnel totalmente parados cerca de dos horas, el chico que no sabía dónde estábamos, cada vez que nos intentábamos comunicar con él, se ponía más nervioso. Y nosotros, de estar perdidos, sin poder salir de allí, dentro de un túnel… estábamos ya empezando a desesperarnos.

La reacción del conductor de la moto fue coger una barra de hierro que llevaba encima e ir hacia nuestro coche cagándose en todo, intuí, e intentar ¿matarnos? No sé muy bien que pretendía.

Cuando por fin salimos del atasco del túnel, fuimos a parar a una rotonda enorme con muchos carriles. Y ya nos pusimos un poco bordes con el chico, porque seguía sin saber a dónde ir.

Por si no teníamos suficiente, casi tuvimos un accidente, hago hincapié en que dudo supiese conducir. Aunque aquí, rompo una lanza en su favor, una cosa es saber conducir, y otra muy distinta, saber conducir por El Cairo. Eso son palabras mayores. La cuestión fue que nos llevamos por delante a una moto con dos personas en ella. A los de la moto no les pasó nada grave, pero la reacción del conductor de la moto fue coger una barra de hierro que llevaba encima e ir hacia nuestro coche cagándose en todo, intuí, e intentar ¿matarnos? No sé muy bien que pretendía.

Continuará…