A los de la moto no les pasó nada grave, pero la reacción del conductor de la moto fue coger una barra de hierro que llevaba encima e ir hacia nuestro coche cagándose en todo, intuí, e intentar ¿matarnos? No sé muy bien que pretendía.

Continuará…

Llegó hasta el coche y se puso a golpearlo. En ese momento pensé “¿Cómo co** vamos a salir de aquí?”. El chico que nos llevaba estaba al borde del infarto, no entendíamos nada de lo que se gritaban entre ellos, pero sus temblores, sudores y caras nos hacían pensar que él tampoco lo estaba pasando bien.

Arrancó el coche y salimos huyendo entre los cientos de coches, motos y peatones que había en medio de esa rotonda gigante. A la mezquita que íbamos a visitar ya no llegábamos a tiempo, después de las casi 3 horas que llevábamos en ese coche. Aunque en ese momento, eso era lo de menos. La prioridad por unos minutos fue sobrevivir al tráfico y al loco de la moto.

Hasta ahí llegó nuestra aventura en Uber.

El chico del Uber se metió con el coche por lo que es la parte antigua de El Cairo. Como en la mayoría de cascos antiguos de las ciudades, calles muy estrechas, laberínticas, peatonales, llenas de gente, y en este caso, llenas de carros con caballos y sin salida. Hasta allí llegó nuestra aventura en Uber. Hasta una calle sin salida, estrecha, muy estrecha, estrechísima. Cuando vimos al chico echando marcha atrás en ese callejón sin salida con un carro por delante, otro por detrás y gente gritando de nuevo, le dijimos hasta aquí hemos llegado chaval, nos bajamos.

Lo sentimos por él, no sabemos cómo salió de allí, y nos quedamos un poco preocupados, la verdad. Pero era nuestro último día, la mezquita ya había cerrado, nos habíamos quedado sin poder visitarla y queríamos aprovechar últimas horas que nos quedaban fuera de ese coche.

Así que, esta fue nuestra experiencia con Uber en Egipto.

¿Qué os ha parecido? ¿Tienes alguna experiencia similar en otros países con taxistas, Uber o similares?

¡Nos encantaría conocer también vuestras aventuras y anécdotas de viajes!